miércoles, 20 de octubre de 2010

dislalias

La adquisición de habilidades de pronunciación del lenguaje se da de modo paulatino durante la evolución de un niño. Cuando este proceso no se produce de manera normal se habla de dislalia.

Características:

  • Suele presentarse entre los tres y cinco años
  • Es detectado con frecuencia en la escuela
  • Es la enfermedad del lenguaje más común en los niños
  • El niño distorsiona los fonemas. Cuando por ejemplo quiere decir “sapo” dice “apo” o “topa” en lugar de “copa”

Tipos de dislalia:

  1. Evolutiva o fisiológica: Desaparece con el tiempo y no se debe hacer nada antes de los cuatro años, ya que aún no se considera un retraso fonológico
  2. Audiógena: la alteración se produce como consecuencia de algún disturbio auditivo
  3. Funcional: trastorno permanente en la pronunciación. Se diagnostica luego de los cuatro años de edad y requiere entrenamiento para hacerlo desaparecer

Posibles causas:

  • Retraso fonológico: se simplifican los sonidos porque no se han aprendido aquellos más complejos
  • Trastorno fonético: todavía no se han adquirido los patrones de movimiento necesarios para la producción de determinados sonidos
  • Alteraciones físicas: si existen malformaciones en los órganos que intervienen en el habla e impiden la correcta pronunciación
  • Problemas afectivos: la falta de cariño y atención pueden ser causas que influyan en la distorsión en el lenguaje del niño. Un ambiente familiar disfuncional sumado a un estilo educativo inadecuado pueden influir muy negativamente potenciando el trastorno
  • Padres que exigen demasiado: si éstos notan que el niño está teniendo un posible retraso, se ponen ansiosos y presionan al niño para que pronuncie bien, lo cual en vez de ser positivo, resulta devastador para la autoestima y el progreso del niño
  • Familias que hablan de forma incorrecta: esta situación predispone a que el niño hable de la misma manera que escucha. Si en su entorno hay personas que hablan mal o con lenguaje infantilizado, esto mismo hará el niño

Consecuencias de la dislalia si no se trata:

  1. Dificultades en la percepción espacio temporal
  2. Suelen ser individuos distraídos y con signos de hiperactividad
  3. Inconvenientes muy notorios a la hora de escribir y leer lo cual dificultará sobremanera el desempeño escolar
  4. Las personas con dislalia son objeto de burla constante sobre todo en la infancia

Tratamientos:

  • Con la ayuda adecuada y mediante juegos, el especialista determinará el grado de dislalia y aplicará el tratamiento apropiado
  • El niño debe aprender a articular bien las palabras mediante la estimulación de sonidos
  • Los ejercicios labiales y linguales son una parte importante del tratamiento. De este modo, se le enseñará al niño la posición correcta de los sonidos más complejos

Recomendaciones útiles

  1. Si se advierten síntomas de dislalia, se debe consultar con un especialista en fonoaudiología para que éste determine el grado de dislalia y el tratamiento adecuado
  2. El uso de chupete por tiempo prolongado puede provocar deformaciones en el paladar que influyen en la aparición de este trastorno
  3. Se debe tener paciencia con el niño ya que no pronuncia mal a propósito. Hay que acompañarlo en este proceso ya que puede ser objeto de burla en el ámbito escolar
  4. La seguridad es importante y los padres deben otorgársela al niño
  5. Estar en continua comunicación con los maestros
  6. Es conveniente que los padres participen en los ejercicios que detallará el especialista para que en casa se puedan realizar conjuntamente con el niño

Tratamiento de las Dislalias: trastornos fonéticos

La intervención en los trastornos fonéticos tendrá como objetivo que el niño aprenda a articular los sonidos correctamente. Se evaluará el nivel articulatorio del niño y se realizará un programa adecuado a sus necesidades. En general se darán los siguientes pasos en la intervención:
Estimular la capacidad del niño para producir sonidos, reproduciendo movimientos y posturas, experimentando con las vocales y las consonantes. Se le enseñará a comparar y diferenciar los sonidos.
Estimulación de la coordinación de los movimientos necesarios para la pronunciación de sonidos: ejercicios labiales y linguales. Se enseña al niño las posiciones correctas de los sonidos más difíciles.
Se realizan ejercicios donde el niño debe producir el sonido dentro de sílabas hasta que se automatice el patrón muscular necesario para la articulación del sonido.
Llegados a este punto el niño ya está preparado para comenzar con las palabras completas, a través de juegos se facilitará la producción y articulación de los sonidos difíciles dentro de las palabras.
Una vez que el niño es capaz de pronunciar los sonidos difíciles en cualquier posición de una palabra, se tratará que lo realice fuera de las sesiones, es decir, en su lenguaje espontáneo y no solo en las sesiones terapéuticas.
A lo largo de toda la intervención se ejercitará de forma paralela la musculatura que está interviniendo en la producción de los sonidos. Toda la terapia se va a centrar en juegos que faciliten la adquisición de las habilidades necesarias con la participación e implicación del niño, logrando así, que sea el propio niño quien descubra por sí mismo los procesos.
Es conveniente que los padres participen y colaboren en todo el proceso terapéutico siguiendo las instrucciones del terapeuta y realizando las actividades para casa que considere necesarias.

Causa de los Trastornos Fonológicos en la infancia

Existen varias causas en los trastornos relacionados con la producción de los sonidos del habla. La distinción de cuál es la causa del trastorno es fundamental para una posterior intervención especializada, ya que ésta va a variar según el problema sea orgánico o de aprendizaje. Las posibles causas de los trastornos fonológicos son:
retraso fonologico:
En este caso se entiende que los problemas con la producción del habla vienen derivados de un retraso el desarrollo del habla de modo que el niño mantiene las simplificaciones de los sonidos porque no ha aprendido la producción de sonidos más complejos de su lengua. En este caso, la capacidad articulatoria no está afectada, es decir, el funcionamiento neuromuscular y los órganos fonadores no están alterados.
Trastornos fonéticos o dislalia:
La alteración en las dislalias viene causada porque el niño no ha adquirido de forma correcta los patrones de movimiento que son necesarios para la producción de algunos sonidos del habla. Es decir, el niño con este problema no mueve de forma correcta los músculos que se encargan del habla y por ello comete omisiones, sustituciones y distorsiones de algunos sonidos de la lengua.
Alteraciones físicas:
En ocasiones, malformaciones físicas en los órganos que intervienen en el habla pueden ser la causa de las dificultades para pronunciar sonidos. Las lesiones en el sistema nervioso pueden ocasionar alteraciones en el movimiento y en la coordinación de los músculos implicados en el habla, lo que se denomina Disartria. Otras alteraciones como la mala oclusión dental, el frenillo lingual o malformaciones en el labio podrían ocasionar Disglosia.
Si la causa del trastorno viene por malformaciones físicas se requerirá un procedimiento médico para que el niño no tenga dificultades en el desarrollo de las capacidades del habla.
En el caso de los retrasos fonológicos y las dislalias es probable que las dificultades con el habla mejoren con el paso del tiempo, sin embargo, la mayor parte de las veces será necesaria una intervención educativa especializada para conseguir la adquisición de las habilidades para producir los sonidos del habla de forma completa.

Trastorno Fonológico: Dislalia infantil

La pronunciación de los sonidos del lenguaje, al igual que los otros elementos del habla, es una habilidad que el niño debe adquirir a lo largo de su desarrollo. El niño comenzará emitiendo los sonidos más simples como el sonido “m” o “p” y a medida que sus habilidades mejoren comenzará a pronunciar sonidos más complejos y finos que requieran de más músculos y órganos fonadores.

Con la producción de las primeras palabras, entre los 12 y los 18 meses de edad, comenzarán los primeros errores de pronunciación. El niño dirá “lete” cuando se refiera a “leche” o “mimir” por “dormir”. Estos errores son la consecuencia de la inmadurez de su lenguaje que tiende a simplificar los sonidos para que resulte más sencilla su pronunciación. A medida que avance en la adquisición de habilidades articulatorias, los patrones fonatorios se irán automatizando, mejorando su pronunciación y su fluidez verbal.
Cuando este proceso de adquisición de habilidades de pronunciación del lenguaje no se realiza con normalidad hablamos de Dislalias. El Trastorno Fonológico o Dislalia consiste en la incapacidad del niño para pronunciar correctamente los sonidos del habla que son esperables según su edad y desarrollo. Este trastorno se va a manifestar en errores en la producción de sonidos como la sustitución de una letra por otra (el niño dice “tasa” en vez de “casa”) o la omisión de consonantes (“lapi” en vez de “lápiz”).
Este trastorno suele presentarse entre los tres y los cinco años y es el trastorno del lenguaje más común en los niños. Suele ser detectado sin dificultad por padres y profesores, sin embargo, es menos frecuente que se decida realizar un adecuado diagnóstico e intervención especializadas debido a la creencia errónea de que la Dislalia es un problema que desaparece con el tiempo sin intervención.
La Dislalia suele provocar problemas de comunicación del niño con su entorno y suele asociarse con retrasos en el desarrollo del lenguaje. En los casos más graves influye negativamente en los aprendizajes escolares que suele verse reflejado en un bajo rendimiento escolar.

tipos de dislalias

Los niños con dislalia tienen dificultad  para pronunciar ciertos grupos de fonemas. Mientras hablemos de un trastorno severo la comunicación será casi ininteligible debido a la confusión de palabras

Dislalia  funcional
Se refiere a la incorrecta articulación de los fonemas. El vibrato que el niño necesita hacer con la lengua para alcanzar los sonidos no se consigue naturalmente; por lo tanto la “S” sería reemplazada por la “Z  e incluso se le haría muy difícil expresar palabras con la “RR”
Dislalia orgánica
Las anomalías orgánicas pueden ser otra de sus causas. Alteraciones en las neuronas cerebrales o malformaciones en los órganos del habla la originan.
Dislalia audiógena
Relacionada a las dificultades auditivas. Los niños no pueden escuchar bien y eso ocasiona problemas en su comunicación. Las prótesis son una opción que muchos padres toman consideran
Dislalia evolutiva
Es una clase de dislalia que no necesita un tratamiento directo. Se recomienda estar atentos a las construcciones lingüísticas realizadas por el pequeño para corregirlas. El niño imita el fraseo de sus padres pero no consigue hacerlo correctamente y es ahí donde se produce el problema. Los distintos idiomas hablados en casa o en su entorno también podrían ser una causa.

El trastorno de la dislalia infantil y su tratamiento.

Muchos niños de edades comprendidas entre 3 y 5 años, padecen del trastorno conocido como la dislalia, la cual se trata de una incapacidad para pronunciar correctamente ciertos fonemas o grupos de fonemas. Así pues, este padecimiento, tiene lugar en la fase de desarrollo del lenguaje infantil, en la que el niño no es capaz de repetir por imitación las palabras que escucha y lo hace de forma incorrecta desde el punto de vista fonético. No precisa un tratamiento directo, pues forma parte de un proceso normal, aunque es necesario mantener con el niño un comportamiento lingüístico adecuado que ayude a la maduración para evitar posteriores problemas. En ocasiones, estos pequeños les resulta más difícil lograr una pronunciación correcta debido a la diversidad de idiomas que pueden encontrar en una familia o en el lugar donde vive.

La dislalia no es muy difícil de ser diagnosticada, pues cuando un niño con más de 4 años pronuncia mal las palabras, no logrando una articulación correcta de las sílabas, el entorno familiar, así como el educativo de este, lo notará. Al principio, muchos intentarán ayudarlo, corrigiendo su forma de hablar, pero sin un tratamiento orientado y especializado, es muy difícil solucionar el problema de una forma casera.

Por su parte, la dislalia suele ser detectada en los primeros años de vida, y aunque no representen gravedad, es conveniente corregirla lo antes posible, para evitar problemas de conducta y de comportamiento futuros. Un diagnóstico temprano de esta dificultad, es sumamente importante porque muy a menudo otros niños se ríen del defecto de articulación e imitan de forma ridícula y de burla, la forma de hablar del pequeño afectado, lo que puede agravar el problema, causándole trastornos en su personalidad, tales como: inseguridad, baja autoestima, problemas de comunicación con su entorno, y otras dificultades que pueden alterar su aprendizaje escolar.

Es conveniente saber que los infantes con dislalia requieren de un tratamiento con un especialista que con la ayuda de juegos y mucha colaboración de la familia, lo harán superar este inconveniente más rápidamente, y de igual manera, lo motivará a articular los sonidos correctamente, comenzando con una evaluación del nivel articulatorio del pequeño, y un programa basado en los siguientes pasos:

1- Estimulación de la capacidad del niño para producir sonidos, reproduciendo movimientos y posturas, experimentando con las vocales y las consonantes. Se le enseñará a comparar y diferenciar los sonidos.

2- Estimulación de la coordinación de los movimientos necesarios para la pronunciación de sonidos: ejercicios labiales y linguales; se enseña al niño las posiciones correctas de los sonidos más difíciles.

3- Realización de ejercicios donde el pequeño debe producir el sonido dentro de sílabas hasta que se automatice el patrón muscular necesario para la articulación del sonido.

4- Al llegar a este punto, el niño estará preparado para comenzar con las palabras completas, a través de juegos.

5- Una vez que éste es capaz de pronunciar los sonidos difíciles, se tratará que lo realice fuera de las sesiones, es decir, en su lenguaje espontáneo y no sólo en las sesiones terapéuticas.

Asimismo, el tratamiento consiste en ejercitar la musculatura que está interviniendo en la producción de los sonidos; la terapia se centra en juegos que facilitan la adquisición de las habilidades necesarias, requiere implicación y participación tanto del niño como de su familia, para que el proceso pueda ser seguido y complementado por ellos en casa.

Ahora bien, si la causa del trastorno viene dado por malformaciones físicas, se requerirá un procedimiento médico para ayudar al niño a que supere las dificultades en el desarrollo de las capacidades del habla. Cuando la causa del trastorno es por retrasos fonológicos, será necesaria una intervención educativa especializada para conseguir la adquisición de las habilidades para producir los sonidos del habla de forma completa.

NIÑOS CON TRASTORNOS DEL HABLA ¿CÓMO AYUDARLOS?

Después de habernos ocupado sobre el lenguaje de los niños "normales" y la forma de ayudarles para que puedan hablar bien, aquí nos abocaremos a dar algunas orientaciones generales para padres y maestros de niños que tienen defectos o trastornos del habla.
Estas orientaciones se basan en que para los niños y, en especial, para los que tienen defectos del habla, el comportamiento y las actitudes de los padres son muy importantes. De modo similar, se puede considerar, también, aunque en grado y naturaleza distintos, el comportamiento y las actitudes de la maestra (o maestro) con respecto al niño en la escuela.
Por eso es necesario que los padres, como los maestros de Educación Inicial (CEI) y de los primeros grados de Educación Primaria tengan una información adecuada para enfrentar y actuar apropiadamente ante el niño con defecto del habla, hasta que se pueda llevar al niño a un especialista.
De allí que cuanto más pronto los padres traten de propiciar las medidas correctivas para los defectos del habla del niño, o busquen la ayuda especializada para tratar el problema, será mucho mejor, evitando las consecuencias negativas en el comportamiento futuro del niño.
Cuando estos defectos no son tratados oportuna y convenientemente, se van fijando y arraigando cada vez más, afectando todo el comportamiento del niño y, como tal, ya no viene a ser sólo un defecto del habla, sino también un impedimento o limitación para la vida, tal como ocurre con la tartamudez, impidiendo al afectado desenvolverse de modo normal, llegando al punto de limitar sus aspiraciones educacionales, vocacionales y su relación social; es decir, la vida de estas personas se ve "moldeada" y limitada por una "lengua torpe", condicionando un modo diferente de pensar, actuar y vivir en comparación a los demás.
Por eso, las orientaciones que aquí señalamos tratan de contribuir a que los padres y maestros adopten las medidas pertinentes para evitar esas consecuencias negativas. Éstas son de un carácter algo general, dado que pueden aplicarse para cualquier tipo de perturbaciones del habla, incluso para las más serias, ya que están referidas a los comportamientos que deben observar los padres y los maestros ante estos niños.
Sin embargo, estas orientaciones que se dan no son pautas que deban seguirse rígida y puntualmente, sino sólo prescripciones que deben adaptarse y aplicarse de manera flexible, de acuerdo con las particularidades del caso. Qué bueno sería si pudiéramos decir a un tartamudo: "Sólo haz esto o lo otro, ¡SIEMPRE DA BUENOS RESULTADOS! "
Esto, ciertamente, por decir lo menos, sería maravilloso. Pero, en realidad, no es así de sencillo, pues los trastornos del habla son de naturaleza compleja y variada, debido a que cada niño o persona afectada es un ser distinto, con necesidades y características únicas como individuo.
Por consiguiente, lo que pudiera ayudar a un niño a controlar su defecto quizás no surta los mismos resultados para otros. Estas particularidades hacen difícil y complejo el conocimiento y el tratamiento de esos defectos, cuyas causas pueden deberse a anormalidades o deficiencias orgánicas, o a causas de naturaleza psicológica o ambiental, así como ocurre con la tartamudez y las dislalias, entre otras. Pero, en cualquier caso, muchos defectos o trastornos del habla son problemas de comunicación que los especialistas, como el psicólogo, pueden contribuir a resolver.
TRASTORNOS DEL HABLA
Los trastornos, anomalías, perturbaciones, defectos o alteraciones del lenguaje verbal del niño, son todas las diferencias del habla normal en cuanto a la forma, grado, cantidad, calidad, tiempo y ritmo lingüístico que dificultan las posibilidades de su expresión, interfiriendo o limitando su conducta de comunicación con los demás y su comportamiento de adaptación y ajuste al medio.
Los trastornos del habla son de naturaleza variada, asumiendo su clasificación de diversas formas, según las perspectivas teóricas y experiencias clínicas de los especialistas. Al respecto, en este trabajo no se describirán esas complejas y variadas clasificaciones, sino sólo señalaremos aquellos problemas que por su mayor frecuencia e incidencia se dan en los niños, tales como las dislalias y la tartamudez. Estos son considerados como trastornos funcionales, que surgen debido a defectos de audición, perturbaciones emocionales, retardo mental o impedimentos físicos, como el paladar hendido o parálisis cerebral.

LAS DISLALIAS
En el lenguaje común y corriente suele confundirse generalmente la dislalia con la tartamudez. Pero para los especialistas la dislalia es la incapacidad del niño para articular y unir correctamente los fonemas o sonidos en el lenguaje, debido a que hay alteraciones funcionales de los órganos periféricos del habla.
En estos casos, el niño con dislalia, bien omite (sopa=.opa) o sustituye el sonido por otro (sopa=topa). Con frecuencia sabe pronunciar las sílabas separadas, pero expresa incorrectamente la unión de fonemas; por ejemplo, /b/ (be) la expresa bien, pero al pronunciar la palabra "bola" lo hace mal. Esto a menudo resulta difícil de comprender para los padres, ya que si su hijo repite correctamente la /s/ (ese), no pueden explicarse por qué pronuncian mal al decir "sopa".
Uno se da cuenta claramente de que el sonido de la /s/ no es siempre igual en la pronunciación de dos palabras, por ejemplo, en las palabras "sopa" y "silo" los movimientos de la boca son distintos, aun cuando el fonema /s/ las preside. Cuando pronunciamos "sopa", en la /s/ tenemos los labios ligeramente redondeados debido a que le sigue la /o/. En cambio, en la palabra "silo", los labios se alargan porque la /i/ que sigue se pronuncia igualmente con los labios alargados. Por tanto los sonidos se influyen recíprocamente.
Estos ejemplos demuestran que el profano olvida con frecuencia lo complicado que es el proceso del habla y corre así el peligro de exigir demasiado al niño.
Por otro lado, cabe recordar que todo niño, durante la evolución de su lenguaje, atraviesa por una fase de dislalia, que es de carácter fisiológico, debido a que los órganos del habla son todavía torpes y, además, porque el niño no suele distinguir claramente su propio lenguaje del lenguaje de los otros. Sin embargo, si la dislalia persiste después de los 4 años de edad, debe ser motivo de alarma y conviene averiguar las posibles causas orgánicas referidas con las siguientes interrogantes:
  • ¿Estan íntegros y sanos los órganos del habla?
  • ¿Tiene el niño suficiente capacidad auditiva?
  • ¿Hay defectos o perturbaciones en el procesamiento de información debido a alguna lesión en el sistema nervioso central ocurrido en la infancia o antes de ésta?
En la dislalia funcional no existe defecto orgánico alguno, pero cuando lo hay, la dislalia puede obedecer a lesiones en el SNC, a defectos en el órgano del habla (disglosia) o a perturbaciones o deficiencias auditivas (dislalias audiógenas) o a un retardo mental.

CAUSAS DE LAS DISLALIAS
Las dislalias funcionales suelen producirse por una educación deficiente, por circunstancias sociales desfavorables o adversas que rodean al niño, por falta de afecto e interés de los padres en el desarrollo del lenguaje del niño y, también, por el bilingüismo.
También se considera como causa de estas dislalias, a que durante el rápido aprendizaje de las palabras suelen asociarse errores parciales en la exacta imitación de los fonemas oídos.
Otros especialistas sostienen que este fenómeno se produce por falta de paralelismo correspondiente entre la madurez psíquica y la habilidad motora, generando un defectuoso análisis e integración de los fonemas correctos que oye, generando la dislalia funcional, la misma que, por lo general, desaparece en forma espontánea a medida que el niño crece.
Sin embargo, cuando no se hace nada por corregir estos defectos hasta los 5 ó 6 años, suelen afianzarse e interferir negativamente en el desarrollo y ajuste emocional. Por eso los padres deben poner mucha atención a estos defectos, siendo motivo de alarma cuando persisten después de los 4 años de edad, debiéndose acudir a un especialista para que examine al niño y oriente a los padres, ayudando a que el niño supere el problema y no tenga interferencias o consecuencias negativas en su adaptación social.

CLASIFICACIÓN DE LAS DISLALIAS
Las dislalias se clasifican generalmente en tres tipos:

1. Dislalias Funcionales:
Son aquellas que se producen debido a alteraciones funcionales de los órganos periféricos del habla. Entre éstas tenemos:
* Rotacismo
* Sigmatismo
* Lambdacismo
* Deltacismo
* Hotentocismo y otros.
Este tipo de dislalias es la que se observa más frecuentemente en los niños, las que han sido descritas en el capítulo anterior.

2. Dislalias Audiógenas:
Los defectos de articulación de los fonemas en este tipo de dislalia se deben a una deficiencia auditiva. Hemos señalado anteriormente que el vasto edificio del lenguaje está asentado en la percepción auditiva.
El niño que oye hablar quechua, hablará quechua; el que oye inglés, hablará inglés; el que oye castellano, hablará castellano; pero, el que no oye nada, no hablará nada; y el niño que oye mal, hablará incorrectamente. A este último caso se denomina dislalia AUDIÓGENA, donde el defecto de articulación de los fonemas se debe a un déficit auditivo, lo cual hace que el niño aprenda mal porque su percepción auditiva de los fonemas es defectuosa (hipoacusia).

3. Dislalias Orgánicas:
Son aquellas donde los errores de pronunciación obedecen a algunos defectos o deformaciones estructurales de los órganos del habla, razón por la que otros especialistas prefieren llamarlas DISGLOSIAS. Entre estas dislalias tenemos:
* Por defectos labiales
* Por defectos dentales
* Por defectos linguales
* Por defectos mandibulares
* Por defectos palatinos
* Por defectos nasales:
- Rinolalia abierta o hiperrinilalia
- Rinolalia cerrada o hiperrinolalia
- Rinolalia mixta.
En consecuencia, estas son las tres clases de dislalias, de las cuales la más frecuente es la de tipo funcional, que tiene un pronóstico positivo, dado que generalmente es superada a medida que el niño crece.

TARTAMUDEZ
La tartamudez es uno de los defectos más conocidos del habla, caracterizada por un trastorno en la fluidez de la expresión verbal. Según Ferrer R.O. (1974) y Van Riper (1982), el tartamudo tiene el habla espasmódica, con numerosas repeticiones indeseables e interrupciones en la cadena hablada. Perelló (1977) lo llama disfemia, definiéndola como el defecto de elocución caracterizado por repeticiones de sílabas o palabras, o por paros espasmódicos que interrumpen la fluidez verbal, acompañado de angustia.
Según la Asociación Americana de Speech Therapy, la tartamudez es un síndrome de varias perturbaciones de la palabra, caracterizado por arritmias y tics causados por una psiconeurosis, clasificando a este trastorno como "espasmofemia".
Por su parte, Dinville y Gaches (1975), sostienen que el tartamudeo es un trastorno de la expresión verbal que afecta principalmente al ritmo de la palabra, siendo de carácter funcional, sin anomalías de los órganos fonatorios, siempre relacionado con la presencia de un interlocutor, razón por la que es esencialmente un trastorno de comunicación verbal.
De lo dicho se colige que la tartamudez es un trastorno de la fluidez de la expresión verbal, caracterizado por repeticiones y prolongaciones de las unidades del habla: sonidos, sílabas y palabras de una sílaba, lo cual ocurre frecuentemente y es difícil de controlar.
Este trastorno se acompaña, además, de manifestaciones accesorias que pueden incluir al aparato fonoarticulatorio o cualquier otra parte del cuerpo, dando la apariencia de un esfuerzo relacionado con el acto de hablar. Con frecuencia también se acompaña de un estado emocional de magnitud variada y que va de una simple manifestación de tensión hasta estados de ansiedad, vergüenza y miedo.
La fuente manifiesta de la tartamudez es la incoordinación de los movimientos periféricos del habla, pero su causa real es desconocida todavía por la misma complejidad de su naturaleza.
Este trastorno es uno de los cuadros más frecuentes en la práctica clínica, predominando su incidencia en el sexo masculino, cuya edad de inicio se considera entre los 3 y los 6 años (Seeman, 1950), luego en el comienzo de la edad escolar y apareciendo ya reforzada durante la pubertad. El inicio en el adulto va generalmente asociado a un shock emocional severo o debido a una lesión en el sistema nervioso.

CAUSAS DE LA TARTAMUDEZ
Muchísimos estudios se han hecho desde tiempos remotos hasta la actualidad sobre la etiología de la tartamudez; pero, pese a ello, los resultados de estos trabajos son insatisfactorios, encerrando todavía un gran misterio sobre su origen.
En la actualidad se considera a la tartamudez como un trastorno de naturaleza multicausal, en el cual es difícil identificar una causa única y determinante. Sin embargo, se suelen señalar algunos factores importantes e interactuantes en su etiología, tales como la herencia, los factores orgánicos, psicógenos, la zurdería contrariada, entre otros.
Esta complejidad etiológica de la tartamudez ha dado lugar a diversas teorías explicativas, pero las más recientes vienen dando un valor relevante a los factores psicógenos, asociando frecuentemente trastornos emocionales de fondo en dicho defecto, motivo por lo que los procedimientos terapéuticos ponen de relieve el estudio del estado emocional del afectado.

TARTAMUDEZ FISIOLÓGICA
A los tres años de edad, o alrededor de ellos, suele aflorar una tartamudez "normal" en la evolución del habla, a la que se denomina "tartamudez fisiológica". Obviamente, no todos los niños pasan por ella, pero sí algunos.
La aparición de esta tartamudez fisiológica y su desaparición o persistencia, hasta hacerse permanente, castigante, penosa, humillante y "degradante", depende gravitantemente de los padres.
¿Cómo se produce la tartamudez fisiológica? Bueno, el deseo de comunicación del niño entre los 3 y los 5 años es muy grande, pero la facilidad de la palabra y la rapidez del pensamiento no van aparejados o acompasados todavía. Por eso, particularmente los niños de mucho temperamento repi- ten una palabra hasta que les viene la expresión buscada ("Q-q-q-q-quiero la pelota").
Esto se trata de un proceso "normal"; lo único lamentable es que los padres, por falta de información, se comporten indebidamente, creyendo encontrarse ante una tartamudez grave, tratando de preservar a su hijo de ese destino a todo trance y, en vez de escucharlo en forma serena y comprensiva, haciéndole ver que para hablar se requiere tiempo, comienzan a llamar la atención sobre su error: "Habla despacio", "Dilo nuevamente" ...... Y así le repiten constantemente, haciendo que el niño tome conciencia de su defecto y, poco a poco, se vuelve inseguro e inhibido.
De esa forma los padres y los que rodean al niño le convierten sistemáticamente en un tartamudo auténtico, cuando sólo se trataba de una fase transitoria "carente de importancia". De allí que el comportamiento de los padres durante esta etapa de la tartamudez fisiológica del niño es condicionante e importante.

CLASIFICACIÓN DE LA TARTAMUDEZ
Se ha clasificado de diversas maneras los tipos de tartamudez, reflejando cada clasificación distintas perspectivas teórico-empíricas. Como tal, no existe un criterio único y convincente plenamente en el contexto de los especialistas, razón por la que aquí hemos adoptado dos formas sencillas y didácticas de clasificación, que son las siguientes:

1. Tartamudez Primaria y Tartamudez Secundaria

La tartamudez primaria consiste en titubeos, repeticiones y alargamientos, sin que el niño tenga conciencia de ello o sin que cause o provoque ansiedad.
La tartamudez secundaria se caracteriza porque el que habla pasa a tener conciencia de su tartamudez y, como tal, empieza a utilizar todos los recursos para evitar y modificar su expresión. El afectado comienza a fabricar síntomas que juzga providencialmente útiles para escudarse tras ellos. Todo esto indica que la tartamudez entra en su fase estable, catalogándose entonces como "tartamudez secundaria".
Es fácil comprender, entonces, que una cosa es tar-tamudear como el niño sin dar importancia a los titubeos y otra es realizarlo con pánico y miedo a las palabras, con fobia a determinados fonemas, con sentimiento de inferioridad y frustración constante.

2. Tartamudez Clónica y Tónica

La tartamudez clónica consiste en la repetición de sonidos aislados o sílabas como: "te-te-te-tengo que to-to-to-tomar una de-de-de-decisión".
En este tipo de tartamudez se producen repeticiones convulsivas de sílabas o palabras, sin contracciones anorma- les de los órganos fonatorios. Los accesos prefieren las con- sonantes más que las vocales, a las consonantes iniciales más que a las interiores y a los fonemas oclusivos más que a otros.
Esta tartamudez clónica es la que más se conoce y es la que más frecuentemente se emplea en los teatros para conseguir efectos cómicos.
La tartamudez tónica, por otro lado, se produce por espasmos que paran, interrumpen e imposibilitan seguir hablando. El niño pronuncia la palabra bajo una fuerte presión, perceptible o no. Perelló sostiene que en este tipo de tartamudez se produce una inmovilización muscular fonatoria que impide de manera absoluta la emisión de la palabra. Cuando este espasmo cede, la palabra sale rápida, precipitada y desbordante.
Por eso, a menudo este tipo de tartamudez va acompañada de gestos característicos como pataleos de los pies, movimientos de la cabeza, poner el ojo en blanco, etc. Esta tartamudez tónica se observa en niños mayores y adultos, pero es muy raro en niños de edad preescolar, y en caso de que ocurra debe tomarse muy en serio.

GRAVEDAD DE LA TARTAMUDEZ
La tartamudez puede tener distintos grados de gravedad, manifestándose el defecto en esa misma magnitud, la misma que puede graduarse en la forma siguiente:
1. Habla titubeante y no tartamudez propiamente dicha.
2. Tartamudo que habla casi siempre en forma fluida, pero que súbitamente, delante de una tensión mayor, pasa a tener momentos discretos de tartamudez o a usar pequeños artificios disimuladores o de autoprotección.
3. Tartamudeo tipo clónico discreto, de carácter frecuente, con repeticiones de sílabas, fabrican pequeños trucos y huyen sistemáticamente de las palabras "peligrosas".
4. Tartamudeo clónico-tónico, con predominio de lo clónico y de vez en cuando pequeñas crisis tónicas.
5. Tartamudeo tónico-clónico, con predominio tónico.
6. Tartamudeo esencialmente tónico.
7. Imposibilidad casi total para expresarse, paracinesias, compensaciones de naturaleza múltiple e intenso sufrimiento para comunicar lo que se desea a los demás.
Pues bien, resumiendo lo dicho, podemos decir que la tartamudez, más que un defecto del habla es un desorden de la personalidad. El habla alterada es apenas espejo de lo que sentimos. Por eso el tratamiento de la tartamudez no tiene por meta la rehabilitación única del habla, sino la rehabilitación del individuo como una totalidad, es decir, toda su persona como ser humano.
Cabe señalar, además, que muchos psicólogos sostienen que existen niños que nacen con un sistema nervioso débil, que se desorganizan fácilmente desde que están sujetos a determinadas tensiones; pero no todos pagan este tributo aun delante de una tendencia. Pues es el medio ambiente en que se desarrolla el niño el que favorece las manifestación del habla alterada, tal como ocurre con la dislalia y la tartamudez.

Pronuncia mal. ¿Hay que preocuparse?

A partir de los cuatro años de edad las dificultades de pronunciación deben ser controladas de cerca para evitar futuros defectos en el habla.
Es frecuente que los niños muestren dificultades a la hora de pronunciar cuando están aprendiendo a hablar. Sin embargo, entre los cuatro y cinco años, su lenguaje ya debe ser perfectamente comprensible tanto para las personas conocidas como para los extraños que traten de comunicarse con él.
¿Por qué habla tan mal?
Los motivos que conducen a padecer una dislalia son múltiples, algunos más graves: retraso intelectual, déficit auditivo... y otros menos serios, como puede ser simplemente un aprendizaje incorrecto. Hay que tener en cuenta que el pequeño aprende a pronunciar correctamente oyendo a los demás, por tanto, si convive con alguien que pronuncie mal puede adquirir este defecto por imitación.
Si su dicción sigue siendo deficiente no conviene demorar la visita al logopeda, que se encargará de realizar un diagnóstico adecuado y establecer la mejor forma de tratar el problema. Si se retrasa el tratamiento, cada vez será más difícil subsanar el error de pronunciación en caso de que este se deba a una mala articulación (dislalias funcionales), ya que el pequeño habrá afianzado fuertemente la forma incorrecta de articular. Aunque existe una excepción, la de la “R” doble, cuya mala pronunciación no se considera anómala hasta los seis o siete años de edad, dada su dificultad.
¿Será el frenillo?
Los problemas de pronunciación también se pueden deber a fallos anatómicos (dislalias orgánicas o disglosias). El más frecuente es la anquiloglosia, conocida popularmente como “frenillo”, debido a su origen: el frenillo lingual, es decir, la membrana que une la lengua con el suelo de la boca. Cuando es demasiado corta impide el correcto movimiento de la lengua, dificultando, sobre todo, la pronunciación de fonemas como la “R” o la “L”, que requieren de un amplio movimiento de este músculo. La solución pasa por una cirugía bastante sencilla, siempre que el médico lo considere oportuno. El frenillo corto, además de por una mala pronunciación persistente a los cuatro años, puede detectarse mucho antes por otra serie de síntomas; uno curioso y fácil de observar es la dificultad del pequeño para lamer un helado.
Otros orígenes de la disglosia pueden ser, por ejemplo, alteraciones en la dentición, en el paladar o en las vías nasales.

sábado, 2 de octubre de 2010

Aspectos a considerar en la exploración y evaluación psicológica en niños y adolescentes

Tras la última Asamblea General de la Asociación, en la que se hizo patente la preocupación que existe por el bajísimo grado de minusvalía obtenido por los niños y niñas con cardiopatías congénitas severas por los Centros de Valoración, una de nuestras socias, María del Carmen Pulgarin Medina, del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Huelva, propone algunos aspectos a tener en cuenta en la exploración y evaluación psicológica en niños y adolescentes.


Ya sea porque los médicos de los Centros de Valoración carecen de conocimientos sobre este tipo de patologías (uno de los socios comentó un caso concreto en el que a una niña con ventrículo único le señalaron un 0% de minusvalía), o bien por desconocimiento o desinterés, el trabajo de esto profesionales deja mucho que desear.


Según nos comenta nuestra compañera, María del Carmen Pulgarin Medina, que ejerce como psicóloga en la Universidad de Huelva, toda valoración psicológica debe ser realizada por un profesional de la Psicología, debidamente acreditado y con la titulación necesaria para ejercer la profesión de psicólogo.

Dentro de la Psicología, la Psicología Evolutiva, y más concretamente la Psicología infanto-juvenil, es la disciplina que más ha contribuido a delimitar qué contenido deben tener los informes de valoración psicológica en niños y adolescentes.

Las principales cuestiones para los psicólogos infantiles son: determinar cómo las variables ambientales (por ejemplo el comportamiento de los padres y las características biológicas, como predisposiciones genéticas, enfermedades físicas, síndromes, etc.) interactúan e influyen en el comportamiento y, en segundo lugar, entender cómo se interrelacionan los distintos cambios en el comportamiento.

María del Carmen señala en su investigación que los diversos aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico, los cambios psicológicos y emocionales, y la adaptación social, y que son variados los determinantes que condicionan las pautas de desarrollo y sus diferentes ritmos de implantación.

Por tanto, los principales elementos de la evaluación psicológica son:

La actividad motora


Las investigaciones muestran que la velocidad de adquisición de las capacidades motoras es determinada de forma congénita y que en su aprendizaje no influye la práctica. No obstante, si el sujeto es sometido a restricciones motoras severas, se alterarán tanto la secuencia como la velocidad de este proceso.

Es interesante valorar la lateralidad, el conocimiento del esquema corporal y las adquisiciones motoras básicas tanto gruesas: saltar, correr, desplazamientos solos o con objetos, etc. como la motricidad fina: movimientos precisos de las manos, prensión, escritura, manejo preciso de objetos, etc.

En todos los casos antes expuestos existen tests y escalas de observación ampliamente manejadas por los psicólogos que determinan con exactitud el desarrollo psicomotor del niño y del adolescente evaluado.

El lenguaje

Evaluar el nivel de competencia lingüística: cantidad de vocabulario del niño, uso adecuado de las expresiones, lenguaje escrito y lenguaje hablado, complejidad sintáctica y semántica de las expresiones utilizadas por el niño, etc. son algunos de los indicadores más significativos que se utilizan en la evaluación de ésta área. Dentro de las técnicas utilizadas habitualmente tenemos por una parte baterías y pruebas para determinar el grado adquisición del lenguaje: ITPA, PLON, TALE, etc. En segundo lugar tenemos la observación sistemática del sujeto, con protocolos y hojas de evaluación. A partir de la adquisición de la lectoescritura, el análisis de las producciones escritas y relatos orales será una fuente de información primordial.

La formación de la personalidad


Las teorías que demuestran la existencia de "rasgos de personalidad" son la base de la mayoría de tests y pruebas que se aplican para determinar el perfil de personalidad de los individuos y la presencia o ausencia de uno o varios rasgos, como los mecanismos de defensa, en una medida que pueda afectar la vida de la persona.

Una respuesta normal para las situaciones conflictivas es recurrir a los mecanismos de defensa, como la racionalización o la negación, por ejemplo, rechazando haber tenido alguna vez una meta u objetivo específico, aunque sea obvio que se tuvo. Aunque todos hemos empleado mecanismos de defensa, debemos evitar convertirlos en el único medio de enfrentarnos a los conflictos. Un niño con una personalidad equilibrada, integrada, se siente aceptado y querido, lo que le permite aprender una serie de mecanismos apropiados para manejarse en situaciones conflictivas.

Inteligencia y aprendizaje

La inteligencia podría definirse como la capacidad para operar eficazmente con conceptos, tanto verbales como abstractos. Esta definición se refleja en las preguntas de los tests de inteligencia infantiles. Dos de los más conocidos, el Stanford-Binet y el Weschler Intelligence Scale for Children, se usan tanto para medir el desarrollo intelectual del niño como para predecir sus resultados académicos. Debido a que el aprendizaje escolar depende, al parecer, de la capacidad de razonamiento verbal, el contenido de estos tests es muy apropiado, como demuestra la relación que hay entre los resultados de los tests de inteligencia y el éxito escolar.

Sin embargo, las predicciones basadas exclusivamente en los tests de este tipo resultan imperfectas, porque no miden la motivación y el conocimiento sobre las capacidades necesarias para el éxito escolar es incompleto, por lo que es necesario algún tipo de estudio complementario. Por ello, los tests de inteligencia deben interpretarse con sumo cuidado, dentro de un proceso de evaluación psicológica completo y profesional, y nunca de forma aislada, con capacidad explicativa y/o predictiva absoluta.

Relaciones familiares

Las actitudes, valores y conducta de los padres influyen sin duda en el desarrollo de los hijos, al igual que las características específicas de éstos influyen en el comportamiento y actitud de los padres. Numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que el comportamiento y actitudes de los padres hacia los hijos es muy variada, y abarca desde la educación más estricta hasta la extrema permisividad, de la calidez a la hostilidad, o de la implicación ansiosa a la más serena despreocupación.

La presencia de acontecimientos familiares significativos: pérdida o alejamiento de uno de los progenitores, cambios en la dinámica familiar, enfermedad larga de algún miembro de la familia con repercusiones en la dinámica del seno familiar, y otras variadas situaciones a las que las familias se enfrentan, pueden generar cambio.

Relaciones sociales


Las relaciones sociales infantiles suponen interacción y coordinación de los intereses mutuos, en las que el niño adquiere pautas de comportamiento social a través de los juegos, especialmente dentro de lo que se conoce como su 'grupo de pares': niños de la misma edad y aproximadamente el mismo estatus social, con los que comparte tiempo, espacio físico y actividades comunes. De esta manera pasan, desde los años previos a su escolarización hasta su adolescencia, por sistemas sociales progresivamente más sofisticados que influirán en sus valores y en su comportamiento futuro.

Socialización

El proceso mediante el que los niños aprenden a diferenciar lo aceptable de lo inaceptable en su comportamiento se llama socialización. Se espera que los niños aprendan, por ejemplo, que las agresiones físicas, el robo y el engaño son negativos, y que la cooperación, la honestidad y el compartir son positivos. Algunas teorías sugieren que la socialización sólo se aprende a través de la imitación o a través de un proceso de premios y castigos. Sin embargo, las teorías más recientes destacan el papel de las variables cognitivas y perceptivas, del pensamiento y el conocimiento, y sostienen que la madurez social exige la comprensión explícita o implícita de las reglas del comportamiento social aplicadas en las diferentes situaciones tipo. La socialización también incluye la comprensión del concepto de moralidad.

Conclusión


Es evidente que una buena valoración, integral, que abarque el desarrollo cotidiano del niño y/o adolescente, debe contener una evaluación lo más exhaustiva posible de aquellos aspectos psicoevolutivos que creamos que pueden ser significativos para comprender mejor al niño. La evaluación es por tanto, multidisciplinar, y en ella deben tener cabida los aspectos médicos, psicológicos y sociales más relevantes. Se trata de hacer una intervención de calidad, que permita un conocimiento amplio del niño que queremos evaluar y, si fuera necesario, una realista normalización de su vida.